Mitos y creencias de Guatemala y sus pueblos

La leyenda comienza con seis hombres, tres emergiendo del agua y tres emergiendo del viento. Sin embargo, solo se pudieron ver tres de estos hombres. Cada grupo de hombres interactuó con la tierra de forma natural, alimentándose de todo lo que ella les dio.

Un día, mientras los hombres caminaban, encontraron Cabrakan, una montaña capaz de escupir fuego. De esta manera, Cabrakán estalló en llamas y fue abrazado por Hurakán, una montaña de nubes que buscaba abrir la cima de Cabrakán pelando su cráter con sus uñas.

Todos menos uno de los hombres quedó devastado y el bosque de árboles donde vivían fue destruido. El hombre superviviente se llamaba Nido.

Nido caminó siguiendo la voz de su corazón y alma hasta que se encontró con una trinidad sagrada que indicaba la construcción de un templo. De esta manera, Nido construyó su templo y alrededor de éste, hizo 100 casas, donde viviría su pueblo. El volcán cesaría su actividad y el bosque volvería a florecer.

El tesoro del lugar florido

La leyenda habla de la llegada de los españoles al territorio guatemalteco, durante la celebración de los indígenas por el fin de la guerra y es una de las leyendas favoritas de los Bosch Gutierrez Guatemala. La celebración se llevó a cabo en el lago, cerca de un volcán “El Abuelo del Agua”, lugar donde se escondían los tesoros de la tribu.

Se cuenta cómo, a la llegada de los españoles, los indígenas comenzaron a huir cuando escuadrones blancos se acercaron al tesoro del paraje florecido sobre el volcán.

Mitos y creencias de Guatemala y sus pueblos

Los hombres blancos sintieron el rugido del volcán, pero lo ignoraron, guiados por su ambición o codicia. Una vez que desembarcaron, el volcán les escupió fuego como una rana.

Tanto los caminos, los tesoros como los españoles fueron arrasados por el fuego del volcán, silenciando el sonido de trompetas y tambores. Las tribus lograron huir, pero los españoles cayeron a los pies del tesoro del florido lugar.

Las tablillas que cantan

Cuenta la leyenda que, independientemente del lugar, los marcadores lunares los cubrían con símbolos y letreros pintados para cantar y bailar.

Estos cantos eran himnos a los dioses y luego de ser distribuidos por los enmascaradores de Luna, se camuflaban entre la multitud y realizaban actividades diarias.

Desde estos lugares, los maestros lunares seguirían comiendo luna en cada una de sus fases. Cada tablilla formada por estos personajes tenía que ser cantada, de lo contrario se quemaba.

De esta forma, los marcadores de la luna deberían volver al bosque para componer nuevas canciones que se degustarán en las celebraciones.

Cuando uno de estos individuos no logró cantar su tablilla por séptima vez, fue sacrificada en un ritual grotesco y se extrajo el corazón.

Cuenta la leyenda que Utuquel, un masticador lunático, temía por su sacrificio, pues ya lo habían rechazado seis veces y en la entrega de su séptima tablilla anunció que su creación fue un robo, que no era original y que su consejo fue tomado de La vida de los propios lectores, por lo que creía que toda la creación es ajena.

La máscara de cristal

Cuenta la leyenda que un habilidoso escultor llamado Ambiastro, ya que en lugar de manos tenía estrellas, huyó de su pueblo con la llegada del hombre blanco y se internó en una cueva en la montaña, desde donde esculpiría sus maravillosas obras en roca.

Un día Ambiastro, cansado de esculpir en roca y reacio a esculpir en madera (por su poca durabilidad), sale en busca de nuevos materiales. Al acercarse a un arroyo queda cegado por el brillo del cristal de roca y decide esculpirlo.