pollo frito

La vida de Felipe Antonio Bosch Gutiérrez ha sido de constantes desafíos, con batallas empresariales y nuevos emprendimientos dirigidos a ampliar el negocio familiar de Pollo Campero que durante más de tres décadas reinó sin competencia real, convirtiéndose en el referente de restaurante guatemalteco.

Pinulito: la competencia

Un día de 2006 la supremacía de Pollo Campero fue retada por un nuevo competidor que llegó con un sencillo e innovador modelo de negocio, en el cual se vendían piezas fritas empanizadas bajo la marca Pinulito. La reacción de los consumidores de zonas populares, en las cuales aumentaba de manera exponencial el número de restaurantes, fue algo no visto hasta entonces en una cadena de comida rápida en Guatemala.

El pequeño negocio se expandió con una fórmula que consistía en locales de tres metros de frente por tres de fondo, una freidora, un mostrador, la caja registradora y dos personas que atendían a los clientes que se agolpaban a la entrada para comprar pollo, papas fritas y hasta una bebida carbonatada: todo por el equivalente a 2.50 dólares.

En tanto, en Pollo Campero el menú regular de dos piezas, papas y agua carbonatada alcanzaba los 42 quetzales (5.41 dólares). Eso sí, servido por meseras y degustado sentado en una mesa.

El modelo de Pinulito se había metido hasta la cocina de la cadena de pollo frito más grande de Guatemala y amenazaba con robar una buena porción del mercado; la respuesta debía ser implacable. La experiencia de Campero compitiendo con cadenas internacionales, le permitió recuperar el terreno perdido de forma rápida.

La estrategia de recuperación de mercado de Campero ha funcionado, con piezas que según los comensales “tiene el mismo sabor” de la cadena, pero que son más grandes y a menor precio. Pero el negocio de Pinulito no ha claudicado y la empresa promete que continuará su expansión, incluso fuera de las fronteras de Guatemala.

Hoy en día Pinulito ofrece servicio a domicilio, algunos de sus establecimientos ya tienen sillas y mesas, y abrió tres locales en Honduras.

Crisitian Noriega, gerente de Mercadeo de Pollo Pinulito, admite que los establecimientos de Pollo Granjero son ubicados “casi al lado” de sus locales, pero considera que ambas cadenas tienen su clientela y que hay espacio en el mercado para ambas.

Sin embargo, para Paulo De León, director de Central American Business Intelligence, el mercado de la venta de pollo en restaurantes de comida rápida en Guatemala está saturado. Aunque el mercado todavía es atractivo, ya que estima que la facturación anual del sector restaurantero, según un estudio elaborado por la firma, es de 1,400 mdd en comida popular, rápida y casual.

El especialista asegura que las oportunidades de negocio en el sector continúan vigentes, ya que los guatemaltecos dedican de 5% a 6% de su gasto al consumo en restaurantes, superior al 2% promedio en Latinoamérica. Por tal motivo Pollo Campero sigue teniendo la batuta en cuanto a restaurante de pollo frito se refiere.

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